Madagascar es la cuarta isla más grande del mundo y ha permanecido virgen desde la noche de los tiempos y es considerada uno de los últimos ecosistemas preservados del Planeta.
Frondosas selvas tropicales, interminables extensiones de arrozales en terraza, montañas cuyos picos se camuflan tras las nubes, inesperados desiertos, extensas sabanas, formaciones kársticas emergidas del Jurásico, miles de kilómetros de playas vírgenes, etnias animistas venidas desde la lejana Indonesia, pueblos de pastores semi-nómadas llegados de la vecina África, navegantes de origen árabe y swahili…
Una rica y variada gastronomía en la que destacan las influencias de origen asiático, árabe, indio, francés…Una cocina criolla a base de productos de primera calidad, tanto carnes rojas como el inefable cebú, pescados y mariscos en la costa tropical, frutas de temporada y verduras cultivadas en esta tierra rojiza y generosa. Sin olvidar la vainilla, el cacao, el clavo, la canela, o las distintas variedades de pimientas.
El viajero que viene a Madagascar descubre enseguida una isla variada, cambiante, profunda, y se aferra irremediablemente a ella. Al ritmo del “mora mora” disfruta de cada momento como si se tratase de un intenso sueño. Y tardará mucho tiempo en despertar, nunca llegará a olvidar su viaje, sus paseos por el interior de los parques naturales, la sensación de observar especies de fauna y flora únicas en el mundo, el colorido de sus animados mercados, la sonrisa sincera y las miradas limpias de sus gentes…